Tod@s queremos vivir mejor. Pero… ¿por dónde se empieza cuando una está cansada, perdida o llena de dudas? Acá te comparto mi historia y algunas claves que pueden ayudarte a dar el primer paso. Porque saber cómo empezar a cuidarme fue, para mí, el inicio de una transformación profunda.
Antes de iniciar el gran camino del bienestar, me sentía abrumada, cansada, desanimada. Vivía con mucho estrés y ansiedad… y lo peor es que ni siquiera entendía bien por qué.
Pensaba que sentirse así era lo normal. Que el “vivir apurada, sobreviviendo como podía” era parte del combo de ser adulta. Jamás me hubiera imaginado que se podía vivir mejor.
Pero un día empecé a hacer pequeños (y no tan pequeños) cambios. Nada de fórmulas mágicas ni transformaciones de la noche a la mañana. Solo gestos simples, decisiones conscientes y nuevas rutinas.
Este camino me enseñó que empezar a cuidarme implica tomar decisiones conscientes y adoptar hábitos simples que, con el tiempo, te ayudan a mejorar tu bienestar general.
Y ahí pasó algo hermoso: empecé a disfrutar del presente, a conectar con cada día de otra manera. Aprendí que sí, en la vida pasan cosas (¡y siempre van a pasar, porque estamos viv@s!). Pero que lo más importante no es lo que pasa afuera, sino cómo elijo mirar lo que me pasa con cada situación o adversidad.
Descubrí que el mundo no estaba en contra mía… y que yo podía salir de ese lugar de víctima (en el que vivía sin saberlo) y empezar a crear mi propia realidad.
Lo primero que llegó a mi vida fue la mágica práctica del yoga, fue esa puerta que se abrió sin imaginar todo lo que iba a suceder después.
Luego vinieron los hábitos saludables, la alimentación consciente, la gestión de las emociones, el manejo del tiempo… y muchas otras magias más. Pero si hay dos herramientas que realmente transformaron mi vida, fueron: la confianza en mí misma y el aprender a soltar el control (sigo trabajando en ambas dos).
Todo esto no pasó de un día para el otro. Fue un proceso que ya lleva más de cinco años… y sé muy bien que va a durar toda la vida. El bienestar no es una meta, es un camino. Es un trabajo de todos los días. Es esa decisión amorosa de seguir cultivando nuestra magia interna, una y otra vez.
La buena noticia es que ya estás acá. Y eso no es poco. El simple hecho de que estés leyendo esto significa que algo en vos ya quiere sentirse mejor. Y eso, querida amiga, querido amigo, es el primer paso más importante.
Gracias por estar acá. Me emociona que estés dando este paso. Estas son las cinco claves que me ayudaron a transformar mi bienestar y que hoy quiero compartir con vos.
1- Escuchá a tu cuerpo antes de que grite
Dolor de espalda, de cuello, de panza, cansancio extremo, energía baja, dolor de cabeza, desgano, tensión baja, tensión alta, gripe, gastroenteritis… son solo algunos de los llamados de atención que tu cuerpo puede hacer.
Al principio son señales sutiles, molestias que “vienen y van”. Pero si no las escuchamos, si las tapamos con café, ibuprofeno o exigencia… los años pasan, y los llamados cambian de forma.
Después vienen los otros síntomas: ansiedad constante, insomnio, irritabilidad, ataques de pánico, burnout, apatía, tristeza sin motivo claro.
Tu cuerpo no se queja por capricho. Tu cuerpo habla. Y cuanto más lo ignores, más fuerte va a gritar.
Empezar a construir bienestar desde cero empieza acá, en lo más básico: dormir bien, hidratarte, moverte con amor, comer con conciencia, darte pausas, revisar tu respiración.
No esperes a “sentirte muy mal” para empezar a cuidarte. ¿Qué señales te está dando tu cuerpo últimamente? Escuchalo. Es tu mejor guía.
No te está fallando. Te está hablando con amor, para que vuelvas a vos.

2- Dale espacio a tus emociones sin juicio
Tristeza, ira, frustración, resentimiento, miedo, inseguridad, culpa… Y junto a ellas, pensamientos oscuros, preguntas incómodas, sensaciones que a veces ni sabemos cómo nombrar. Nuestra mente salta de un lugar a otro como un péndulo incansable… y muchas veces, solo queremos que se calle.
Pero, ¿y si te dijera que todo eso está bien? Que sentir esas emociones no te hace débil, ni rar@, ni equivocad@. Que simplemente… es humano.
La gestión emocional es algo que casi nadie nos enseñó. Crecimos aprendiendo a resolver ecuaciones, a analizar textos, a memorizar fechas… pero nadie nos mostró cómo sostener una tristeza, cómo escuchar un enojo o cómo abrazar el miedo sin que nos paralice.
Si querés profundizar en este tema, te recomiendo leer esta nota con 7 tips para regular tus emociones y lograr salud mental.
Siempre pienso que entre Matemáticas, Historia y Lengua, deberíamos tener asignaturas como manejo de emociones, yoga o meditación. Porque no solo vinimos a aprender sobre la vida… también vinimos a aprender a vivirla.
Y ahí empieza el verdadero trabajo: reconocer lo que sentimos, sin juzgarlo, y preguntarnos con amor: ¿Qué necesito en este momento?.
Algunas formas para empezar a gestionar tus emociones con más consciencia:
- Brindate permiso para sentir, sin culpa ni juicio.
- Nombrá la emoción: “Siento tristeza”, “Siento miedo”, “Siento enojo”.
- Escribí lo que te pasa para liberar tu mente.
- Hablalo con alguien de confianza.
- Dedicá un momento del día para conectar con lo que sentís (puede ser meditando o simplemente respirando profundo unos minutos).
Mejorar tu bienestar no significa dejar de sentir emociones difíciles. Significa dejar de pelearte con ellas. Date el espacio. No estás sola. No estás solo.
¿Qué emoción estás evitando sentir últimamente?
3- Andá de a poco, pero no te frenes
Meditar todos los días, practicar yoga cinco veces por semana, comer saludable, dormir ocho horas, leer veinte minutos al día, dejar de autosabotearme, confiar en mí mism@, soltar el control… etc, etc, etc. No se puede todo junto y para ayer. Ese es justamente uno de los errores más comunes de quienes empiezan el camino del bienestar: querer hacer todo al mismo tiempo.
Si te sentís identificad@ con eso y querés aprender a organizar mejor tu tiempo para evitar esa sensación de agobio, podés leer esta guía práctica para reducir el estrés y administrar tu tiempo.
Yo siempre digo en mis seminarios que, si arranco a modo “todo junto”, es como empezar una dieta muy estricta: al principio parece que funciona, pero al poco tiempo lo abandono. El verdadero secreto para incorporar hábitos saludables de forma sostenida no es hacer mucho de golpe, sino avanzar paso a paso. Ir de a poco, sin pausa pero sin prisa.
¿Cómo podés empezar sin abrumarte?
- Elegí un solo hábito para comenzar (por ejemplo, tomar más agua o salir a caminar diez minutos).
- No busques la perfección, buscá constancia.
- Celebrá cada pequeño avance: todo suma.
- Si un día no lo hacés, no te castigues. Volvé al día siguiente con amor.
- Anotá tus logros semanales y celebrarlos.
Avanzar lento no es lo mismo que estar estancado. Ir despacio también es avanzar. Cada paso, por pequeño que parezca, te acerca un poquito más a esa versión de vos que está lista para mejorar su bienestar.
¿Qué pequeño paso podés dar hoy para acercarte a tu bienestar?
4- Creá una rutina que te abrace, no que te asfixie
Como buena capricorniana, siempre amé el orden, la estructura y, sobre todo, las rutinas. Aunque hace ocho años soy nómade y cada día puede traer cualquier cosa, la rutina sigue siendo una de las cosas que más me gusta tener. Claro que con flexibilidad, adaptándome a mi contexto.
Muchas personas sienten que tener una rutina es sinónimo de aburrimiento, rigidez o falta de libertad. Pero con el tiempo aprendí que el problema no está en la rutina en sí, sino en el tipo de rutina que elegimos. No se trata de llenarnos de tareas, sino de crear una rutina que nos sostenga, que nos abrace.
Una rutina amable nos da estructura sin asfixiarnos. Nos cuida sin quitarnos libertad. Nos ordena, pero también nos deja respirar.
¿Cómo crear una rutina que te abrace?
- Empezá identificando qué momentos del día necesitás más soporte o estructura.
- Establecé horarios flexibles que funcionen como guías, no como cadenas.
- Incluí pausas reales para descansar y reconectar con vos.
- Sumá actividades que disfrutes, aunque sean breves.
- Aceptá que habrá días en que la rutina cambie o no se cumpla, y eso está bien.
Una rutina amorosa no limita, acompaña.
Es esa estructura suave que nos sostiene y nos impulsa a crecer, sin agobiarnos.
Porque vivir bien no es hacer más, sino hacer lo que nos hace bien.
¿Qué podés sumar hoy a tu rutina para que te abrace y te acompañe?
5- Creá un espacio sagrado solo para vos
En medio del ruido y las exigencias del día a día, es fundamental contar con un lugar que sea solo tuyo, donde puedas conectar con vos mism@, encontrar calma y recargar energías. Un espacio sagrado no necesita ser grande ni lujoso; puede ser un rincón en tu casa, una habitación, o incluso un pequeño altar con objetos que te inspiren bienestar.
Idea para poner en práctica

Elegí un objeto que para vos simbolice calma o bienestar (puede ser una piedra, una flor, una foto, o un recuerdo) y colocalo en un lugar visible de tu casa o habitación. Cada vez que lo veas, tomá un momento para respirar profundo, cerrar los ojos y reconectar con esa sensación de paz y amor propio. Ese pequeño ritual puede ayudarte a anclar tu espacio sagrado aunque no tengas un lugar físico especial todavía.
El momento es ahora: elegí tu clave y empezá
No hace falta saber todo ni tener el mapa perfecto para empezar a construir tu bienestar. Lo importante es dar el primer paso, aunque sea pequeño.
Cómo empezar a cuidarme fue, en mi caso, el inicio de un cambio que no se detuvo más.
Te invito con mucho cariño a que elijas hoy una de estas claves y la pongas en práctica. Observá qué pasa cuando le das espacio en tu vida.
Recordá que cada paso que das es un acto de amor hacia vos mism@. Y que hoy es un buen día para mejorar tu bienestar.
¿Conocés a alguien que necesite un empujón para empezar a sentirse mejor? Compartile esta nota. A veces, un pequeño gesto puede transformar una vida.
Que cada día te acerque un poco más a tu bienestar.
Gracias por estar presente en este camino.
Bren Rosencovich – Sattva Experiencias